Tenemos la casa repleta de camisetas, cientos de camisetas distribuidas anárquicamente por cajones, armarios, … incluso las puedes encontrar en los lugares más recónditos, como si nuestro pequeño Max hubiera decidido cambiar de esconder por toda la casa sus coches y muñecos por las camisetas del “papá runner”.
Tenemos la casa repleta de camisetas, cientos de camisetas que, por supuesto, he ido “reciclando” poco a poco, porque si fuera por él todas seguirían todavía en casa. Voy “reciclando” camisetas menos las INTOCABLES, las INTOCABLES son las camisetas de las maratones, las de alguna media más dura de lo normal y todas aquellas con las que ha llegado a casa alegre, triste o cansado de forma extrema por el esfuerzo. Las INTOCABLES pueden parecer olvidadas pero durante el año en nuestra casa se repite entre tres o cuatro veces la misma situación: ¿Mon has visto la camiseta de la Maratón del 2008? ¿y la de la Burriac Atac? ¡Como si yo tuviera que saber qué es eso de la Burriac Atac! … increíble.
Tenemos la casa repleta de camisetas, cientos de camisetas pero puedo asegurar, sin miedo a equivocarme, que aunque tenemos la casa repleta de camisetas, cientos de camisetas, acaba poniéndose siempre las mismas cuatro o cinco camisetas. Va por épocas, por ciclos que pueden durar meses pero siempre, siempre acaba eligiendo las mismas. Y lo puedo asegurar sin temor a equivocarme porque solo hace falta echar un vistazo al tendedero o al cubo de la ropa sucia: la verde y negra, la roja de los RedRunners, las azules de la Behovia y la Maratò, … deben ser muy cómodas, debe sentirse seguro con ellas, no lo séee!!
… y aquí viene mi pregunta … Si, casi, siempre se pone las mismas camisetas ¿Por qué tenemos la casa repleta de camisetas, cientos de camisetas? Estos runners están locos …
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